jeudi, janvier 22, 2009

Cuatro de entre dos docenas de pecios bien frescos

Puesto que los ocho « Sueltos de la libreta » que aparecieron en ABC lo son, hacía ya unos tres años y medio que Ferlosio no publicaba ningún pecio, cuando en el diario El País de hoy ha aparecido una nueva hornada. En la mayoría de estas veinticuatro anotaciones Ferlosio vuelve sobre sus temas de siempre, pero algunos de ellos son verdaderamente muy recientes, por ejemplo los titulados “(Obama 2009)” (ya en el texto que escribió para la contraportada de sus Apuntes de polemología, él explicó, refiriéndose precisamente al nuevo presidente, por qué en el último momento había decidido titularlos God & Gun), o “(Creyentes en la inexistencia)”. (Por cierto que sobre este último asunto, o sea lo del ateísmo publicitado en los autobuses, tengo ganas de tener tiempo y ganas de dejar algo anotado).
De estas dos docenas, transcribo aquí, nada más leerlos, cuatro “ejemplares” (en los varios sentidos de esta palabra). El titulado “(Heraclio)” todavía no sé por qué se titula así; en todo caso, todos tratan de asuntos ferlosianos. Helos aquí:

(El gran comodín). Esa noción de “el Mal”, extrapolada, encarnada y proyectada en el mundo con jerarquía de Ente, es tan falsa y fraudulenta como la pócima amarilla, sebosa y pegajosa a la que en el famoso “Processo degli untori” se atribuyó la peste de Milán, cuando pasaban por esta ciudad multitud de personas, sobre todo lansquenetes, que huían de la epidemia de peste extendida al norte de los Alpes. Cuando oigo la palabra el Mal, ontológicamente enfatizada, me digo: “Ya está ahí la purga de Benito, se ha terminado la averiguación”. Es el gran comodín ideológico, exorcismo de urgencia para cualquier vacilación moral.

(Anacarsis) Cada vez más ejemplarmente piadosa resulta hoy en día la respuesta del escita Anacarsis, que visitó Atenas en tiempos de Solón, cuando los atenienses le preguntaban que por qué no tenía hijos: “Por amor a los niños”.

(Predestinación) Se podría configurar un principium idiuiduationis en que el constituyente definitivo fuese el destino. La fábula es así: “Ha de haber para ti un lugar vacío en el infierno; el Criador lo formó como la celda de un panal el día en que naciste, o mucho antes, si es que antes te pensó. La celda te está destinada, lo que quiere decir que espera que la llenes con tu cuerpo mientras Nuestra Señora no te salve de acabar en ella”. El cielo es todo cielo, no hay lugares, panales ni alveolos; por eso no es Destino, es Salvación. Salvación respecto del destino, tal como pretendía Walter Benjamin.

(Heraclio) Hace ya muchos años, yendo yo por los campos y dehesas que desde la carretera de Piedralaves hacia Pedro Bernardo y Arenas de San Pedro van bajando, ondulantes, hasta la orilla derecha del Tiétar, vi que me seguía, como a unos 10 o 12 metros de distancia, sin tratar de alcanzarme, un perro grande, un mastín, que arrastraba un trozo de cuerda que traía atado al cuello. Era, evidentemente, un perro ahorcado, que con su peso había roto la cuerda y había salvado la vida. ¿Qué vida? Aquel andar tan cansado, con la cabeza baja, aquellos ojos tristes y como entrevelados, ¿podían ser todavía la vida? La confianza en que aún alguien en el mundo lo acogiese la traía ya tan disminuida que se me fue quedando lentamente atrás hasta perderme de vista.