El pasado lunes 6 de febrero observé que en la edición de internet del suplemento Babelia de El País correspondiente al 4-02-2006, no en el artículo de don Antonio Iriarte sino en la breve presentación del mismo, se había deslizado un error ciertamente de bastante bulto al confundir nada menos que al gran narrador edimburgués objeto del artículo y autor de las dos “fábulas” que allí se presentaban (en traducción, supongo, del propio don Antonio Iriarte, pero este extremo tampoco quedaba claro) con el no menos conocido “creador de Robinson Crusoe”, es decir, con Daniel Defoe, uno de los pioneros –un siglo y medio antes– de la novela en lengua inglesa. A la persistencia, seis días más tarde, del mismo flagrante patinazo (al lado del cual incluso la afirmación de que Stevenson era inglés es pecata minuta) sólo encuentro tres explicaciones, no sé cuál más increíble : o bien nadie ha leído el artículo (lo cual a mí me parece imposible, y no me lo van a negar precisamente ustedes), o bien nadie de entre las miles de personas que lo han leído ha tropezado con semejante enormidad, o bien a ninguno de los muchísimos que han tenido que tragársela le ha importado en lo más mínimo. El hecho de que los errores que se deslizan de vez en cuando en su periódico son de mucha menor cuantía y la razonable probidad a que, en general, el mismo nos tiene acostumbrados a sus asiduos lectores creo que acaban de explicar mi perplejidad. Así pues, mi imposibilidad de creer lo increíble, y no otra motivación, me ha animado a dirigirme a ustedes para que al menos subsanen tan craso errror y, si es posible, me ofrezcan una explicación razonable de tan deplorable «prodigio».
Nancy (Francia), 10 de febrero de 2006.
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